¿Intereses políticos detrás del Proyecto de LOPD?

Este post no es más que una forma de desahogarme, una forma de buscar consuelos en brazos de alguien que me pueda llegar a entender, que a día de hoy seguramente sean pocas las personas que me entiendan, pero que cuando lleguen las elecciones todos nos llevaremos las manos a la cabeza, y como mal de muchos es consuelo de tontos, todos vendréis a llorar conmigo, avergonzados una vez más por nuestra clase política.

Avergonzados, sí, avergonzados, no solo porque nos demos cuenta de que nuestros políticos, esos que nos representan, se cargan una institución y el trabajo de grandes profesionales, referentes internacionales tanto unos como otros. Sino porque una vez más, desde Europa, nos pintarán la cara.

A modo de resumen, a través del Proyecto de Ley Orgánica –en su disposición final tercera– se permite que los partidos políticos, que paradójicamente todos están de acuerdo, utilicen los datos de carácter personal de los ciudadanos de este país y que defienden siempre a ultranza, para elaborar perfiles y rastreo de datos ideológicos para enviar propaganda electoral. Es decir, han elaborado una herramienta que le sirve para sus propios intereses, sin importarles ni un ápice los derechos y libertades de los ciudadanos siempre y cuando les aporte un rendimiento.

Los partidos políticos quieren utilizar los datos de carácter personal de los ciudadanos para hacer propaganda electoral.

No voy a entrar a valorar si esto es igual que lo que hizo Facebook y el actual gobierno de Estados Unidos con Cambridge Analytica, ni si quiera voy a entrar a valorar si cumple o no con el Reglamento General de Protección de Datos o, si es contradictorio con las apreciaciones vertidas por el supervisor europeo de protección de datos, don Giovanni Buttarelli. De ello se ha encargado perfectamente Jorge García Herrero de una forma, una vez más y como no podría ser en él de otra forma, magistral en un artículo que aquí les dejo.

Los partidos políticos contravendrán lo dispuesto en el RGPD, así como lo dictado por diferentes autoridades de control extranjeras y las indicaciones del supervisor europeo de protección de datos.

Yo simplemente voy hacer un par de apreciaciones, no como profesional en materia de protección de datos, sino como jurista. No ha pasado mucho tiempo de mis años en la facultad de derecho, por tanto, puedo recordar aún ciertas lecciones, como que es un derecho fundamental y el porqué de su importancia.

Los derechos fundamentales no son más que aquellos derechos inherentes al ser humano, que por el mero hecho de serlo le pertenecen, “sin que nadie” pueda arrebatárselos. El derecho a la protección de datos es uno de ellos, es un derecho dado a luz por el artículo 18.4 de la Constitución y que el Tribunal Constitucional doto de plena autonomía.

Su transcendencia se defiende por sí sola, equiparado a otros derechos, como el derecho a la vida, libertad, igualdad, etc. Pese a ello, la Ministra de Justicia acertadamente, en los últimos días, ha dicho que: “Defender el derecho a la protección de datos contribuye a defender la calidad de la democracia”.

Yo desde mi ignorancia, ato cabos y me pongo a pensar: qué defensa se hace de la democracia, qué defensa se hace de los ciudadanos, si a la primera de cambio nuestros políticos, independientemente de su ideología, utilizan cualquier tipo de mecanismo, y si no se lo inventa y lo meten con calzador, para conseguir lograr sus propios fines. Los cuales no son otros que seguir calentando el escaño a cualquier precio, mientras se vanaglorian de su defensa acérrima de la democracia y de los pobres ciudadanos de a pie.

Sinceramente, desde mi ya maltrecho positivismo, espero que esto no llegue muy lejos, y que alguien los pare, antes de que desde Europa nos den otra colleja porque nuestros políticos van de listos. Aquellos que criticaban a Donald Trump por romper las reglas del juego de la democracia no pueden defenderla si actúan de la misma forma, a eso, señores, se le llama hipocresía, y a quién la ejecuta hipócrita, y en vez de democracia, se llama dictadura aunque el pastel se reparta entre cuatro.

 

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